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China se nos come. Salvemos los puestos de trabajo de los europeos

Escrito por Josep Mompin el 13/11/2012 a las 20:43:19
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(Presidente de Honor de la Asociación Iberoamericana de Periodistas Especializados y Técnicos (AIPET))

Son ya varios los amigos que al regresar de China me han mostrado su admiración por su enorme potencial productivo y exportador. El profesor del IESE Pedro Nueno, gran colaborador de La Vanguardia, es un entusiasta admirador y defensor de la laboriosidad china. Reconozco que cada artículo suyo me pone de los nervios porque los chinos nos van a dejar millones de parados en España y en el resto de los países industrializados.

 

Un empresario catalán me decía no hace demasiado tiempo que en su fábrica en China producía 40 millones de piezas, cuando en Barcelona sólo fabricaba un millón. Además, con una calidad equivalente y con una velocidad de distribución impresionante. Los chinos colocan cualquier producto en el mercado en cuestión de semanas, a precios que son una fracción de los españoles, franceses, italianos, alemanes, etc.
 
 
Una de las fábricas chinas ya se está trasladando al interior porque los salarios de la región en que se halla instalada son demasiado altos: ¡¡100 dólares mensuales!!. Un obrero europeo de nivel bajo gana no menos de 1,600 euros al mes, y le cuesta al empresario, contando las Seguridad Social unos 2.600 euros mensuales . Los chinos trabajan mucho más de 8 horas diarias y gozan de poquísimos días de vacaciones, sin prácticamente ningunos derechos laborales. ¡Es imposible competir con esa gente que no tiene derechos laborales!.
 
 
Detrás de esta “situación” está la gran trampa china. No se trata de una estrategia comercial, sino de una estrategia de “poder” para conquistar el mercado occidental. Los chinos están sacando provecho de la actitud de los “comerciantes” occidentales, que prefieren tercerizar (deslocalizar) la producción quedándose tan sólo con lo que le agrega valor: la marca.
 
 
Cada vez es más difícil encontrar en las grandes redes de distribución occidentales algún producto made in USA, made in Italy o made in Spain. Es todo “made in China”, con una marca occidental. Las empresas ganan riadas de dinero comprándoles a los chinos por centavos y vendiendo luego por centenares de euros o dólares. Sólo les interesa el lucro inmediato a cualquier precio, aunque esto suponga cerrar nuestras fábricas y generar una brutal masa de sesocupados. Mientras los occidentales tercerizan sus productos y ganan en el corto plazo, China aprovecha ese enfoque para copiar tecnología occidental, adquirir know how y apropiarse del mercado mundial, con objeto de dominar en el largo plazo.
 
 
Mientras las grandes empresas occidentales se quedan con sus marcas, con el diseño, los chinos se quedan con la producción, contribuyendo al desmantelamiento de los parques industriales occidentales.
 
 
Muy pronto ya no habrá más fábricas de zapatillas deportivas o de calzados en el mundo occidental. Sólo existirán en China. De modo que en el futuro próximo veremos cómo los producto chinos aumentan sus precios produciendo un “shock manufacturero” como sucedió con el shock petrolero en los años 70. Y entonces será ya demasiado tarde.
 
 
España ya ha deslocalizado sus fábricas textiles, del calzado, del juguete, del mueble, y pronto las industrias del automóvil y de sus componentes, lo que nos llevará a superar los 7 millones de parados o quizá más…
 
 
Entonces el mundo se dará cuenta de que levantar nuevas fábricas tendrá costes prohibitivos y deberá rendirse al poderío chino. Se dará cuenta de que hemos alimentado a un enorme dragón y que nos hemos convertido en su rehén. Un dragón que aumentará gradualmente sus precios, puesto que será quien dicte las nuevas leyes del mercado, y será luego quien mande, pues tendrá el monopolio de la producción, de las fábricas, de los stocks y de los empleos, Y será quien regulará los precios internacionales. 
 
 
Nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos asistiremos a una inversión de las reglas de juego actuales, lo que producirá en las economías occidentales una crisis económica de dimensiones planetaria; un nuevo “crak”. Y entonces será demasiado tarde. Cuando eso ocurra, los ejecutivos occidentales mirarán tristemente las ruinas de sus antiguas fábricas, a sus técnicos jubilados jugando a las cartas en las plazas y llorarán sobre las ruinas de sus parques fabriles destruidos. Pero ¿habrá dinero para pagar a tantos y tantos parados y jubilados?.
 
 
Reflexionemos a nivel de España y de la Unión Europea, e iniciemos una campaña de compra de productos autóctonos. Todos los productos españoles llevan el número 84 delante del código de barras. Pensemos en fomentar el empleo nacional; pensemos en el futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos.
 
 
¡Consuma productos españoles!
 
 
Josep Mompín Poblet
Asesor Barcelona Supercomputing Center