Del conocimiento a la economíaEscrito por Miquel Barceló el 23/03/2011 a las 00:00:233801
(Presidente Innopro consulting) Desde hace unos años, en España se invierten grandes sumas de dinero publico en fomentar el conocimiento. Desde la aprobación de la ley de la ciencia en 1986, los presupuestos públicos dedicados a las universidades y a la investigación no han parado de crecer.
Se han creado nuevas universidades, las grandes universidades españolas han visto aumentar considerablemente sus presupuestos, la población universitaria ha superado la media europea en relación con el conjunto de la población. Nuevos centros de investigación, infraestructuras de investigación científica, parques científicos, etc.
Todo este enorme esfuerzo pagado con los impuestos de todos los españoles ha aportado beneficios importantes. El primero, es que ha aumentado considerablemente el nivel cultural de la población española.
Por otra parte, la producción científica española se ha situado a niveles internacionales, equiparables a países punteros, sobretodo en áreas como las ciencias de la vida.
Sin embargo, siendo cierto todo lo anterior, parece que no hemos sido capaces de transformar este conocimiento en riqueza, en puestos de trabajo, en empresas competitivas.
Parece que algo no funciona en el sistema de innovación. Si observamos el Innovation Scoreboard 2011, que publica cada año la Union Europea, de un total de 24 indicadores del potencial innovador, solamente superamos la media de forma clara en publicaciones científicas. Y estamos un poco por encima de la media en población con educación universitaria. Las dos variables que reflejan el esfuerzo público antes indicado.
En la mayoría de factores que indican el potencial innovador de una economía como el capital riesgo o las inversiones in I+D privado estamos claramente por debajo de la media, con porcentajes pobrísimos entre el 30 i el 60% de esta media. Especialmente mal estamos en los resultados del proceso innovador en términos de output, como el número de medianas y pequeñas empresas innovadoras o el registro de patentes o los ingresos por ventas de licencias, entre otros.
Ante este panorama, ¿qué podemos hacer para mejorar nuestro sistema de innovación de manera que nos ayude a salir reforzados de la crisis?. Como afirma Josh Lerner en su magnífico libro “Boulevard of Broken Dreams”, los programas públicos orientados al fomento de la emprendeduría y a la inversión en empresas innovadoras, ha fracasado en la mayoría de países. En España creo que no se ha ni intentado de forma seria. Es posible que la nueva política de innovación que promueve el MICINN, o algunos programas iniciados en algunas comunidades autónomas pueda cambiar esta tendencia. Sin embargo, los recortes presupuestarios en políticas de innovación no permiten ser muy optimistas al respecto.
Como afirma el propio Lerner, no se trata de dar dinero a nuevas empresas de base tecnológica. Se trata de empezar a crear entornos favorables a la innovación, ecosistemas innovadores, que favorezcan el paso del conocimiento a la economía.
Miquel Barceló Roca
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