Parece que los fieles del calendario Maya, Lars Von Trier con su ‘Melancholia’ y mucha gente más, están convencidos de que estamos en las puertas del Fin del Mundo planetario. No sé…
A mí no me preocupa mucho ese fin del mundo, a mi lo que me preocupa es no ser capaz de prepararme para ese otro final, que no es una predicción ni una intuición sino una certeza. Un fin del que la Crisis que estamos viviendo es ya mucho más que un síntoma.
Me refiero al fin a nuestra Sociedad de Consumo y del Bienestar, la sociedad del agua embotellada en Francia y que se bebe en New York, la segunda casa, el usar y tirar, el automóvil de 25.000 euros,….
He empezado haciendo referencia a los Mayas y podría seguir con Egipto, Grecia, Roma, España, la Inglaterra del XIX… todas alcanzaron la cima del poder y del bienestar de su sociedad y todas, por una u otra causa, decayeron. Nada es nuevo en el Planeta y así como le ocurre al día y al año, las culturas también son cíclicas a y cada amanecer y mediodía le sigue un atardecer y una noche.
Nuestro sistema se ha saturado y creo que ya no es posible volver atrás. Las medidas para salir de la Crisis apuntan a frenar el gasto, a frenar el Consumo que es el motor de esta sociedad. Si le quitamos la máquina al tren es evidente que se parará. Aunque en realidad nuestro tren es una inmensa bicicleta y ya sabemos lo que ocurre cuando la bicicleta se para. Que se cae.
Estamos en plena Madurescencia Occidental. Es el momento de decidir si ignoramos los síntomas y nos dejamos hundir lenta pero inexorablemente en un futuro incierto o admitir que en el lado derecho de nuestros mapamundis hay casi mil quinientos millones de chinos esperando para tomarnos el relevo. Muchos ya están tomando posiciones haciendo los trabajos que nosotros no queremos hacer. Empezaron con los restaurantes chinos de toda la vida, luego avanzaron posiciones con los nuevos bazares, las peluquerías, los bares,…
Creo que nuestra solución pasa por admitir la evidencia de que el mundo de la producción y el consumo va a trasladarse a China. Ayer copiaban, hoy producen, mañana investigarán, diseñarán y harán I+D+I e impondrán productos, hábitos y tendencias. Y por supuesto no les hará falta aprender inglés porque me temo que el mundo hablará chino en 2050.
Nuestra mejor decisión, y yo creo nuestra única solución, pasa por ver como hacemos para desaprender nuestros viejos hábitos, esquema y paradigmas y como adaptamos nuestros activos naturales(?) a esta nueva realidad (dibujada por el exceso de consumo y sin duda acelerada por la globalización que Internet ha propiciado) de manera que nos permita seguir presentes y competitivos en este nuevo orden del SXXI.
De verdad, es hora de desaprender, de bajar la cresta, de observar a lo lejos, de replantearse todos los esquemas.
Lo que tuvimos tal vez no vuelva, pero si actuamos con inteligencia tal vez podamos prepararnos un mañana distinto, y por qué no? confortable y hasta tal vez, magnífico.
Tomás Cascante