Jari Kinaret, Director Ejecutivo de la nueva JU, inauguró con su aspecto de científico del siglo XIX el evento de presentación de una iniciativa que ha de representar el renacimiento en el siglo XXI de la hoy menguante industria europea de los chips.
Declaraciones políticas contundentes como “no hay mundo digital sin chips” o “un Airbus de chips” han puesto de manifiesto el problema a atacar y la posible forma europea de abordarlo. La aprobación final en verano de la Ley de Chips por la Unión Europea nos ha traído hasta este momento: un esfuerzo conjunto para movilizar las contribuciones público-privadas que deberían asegurarnos un papel relevante en el contexto global de los semiconductores.
Thierry Breton, Comisario de Mercado Interior de la UE, subió al escenario para recordar los grandes objetivos que animan la Ley de Chips: convertir de nuevo a la UE en líder en semiconductores y recuperar una cuota de mercado del 20%. En mente, también, la voluntad de evitar otra onda de choque como la experimentada por los sectores productivos europeos a causa de la escasez de semiconductores post-pandemia. La palabra "seguridad" (como en “asegurarnos” un suministro suficiente de chips, pero también con otros significados) se escuchó repetidamente en el discurso del Comisario. La aleccionadora crisis reciente ha hecho de la autonomía estratégica basada en la soberanía tecnológica un objetivo compartido por todos los actores globales, que, dada la interdependencia actual en este complejo ámbito, se antoja inalcanzable. El truco consiste en asegurar una relevancia tecnológica suficiente (en calidad si no en cantidad) que haga de la UE un actor necesario; sin renunciar, por qué no, a lograr un cierto predominio tecnológico en campos en los que Europa sigue siendo fuerte hoy o en aquellos incipientes en los que puede aprestarse a competir en pie de igualdad.
La mencionada Chips JU ha de canalizar parte de este esfuerzo y tendrá dos partes. Una que cubrirá proyectos público-privados de I+D (siguiendo la estela de su predecesora, la Key Digital Technologies JU) y otra que se centrará en la generación de nuevas capacidades e infraestructuras. Los ingredientes clave de este última serán (i) una plataforma abierta, en línea y 'democratizada' de diseño de chips para reducir las barreras de entrada a un recurso tan crítico, (2) líneas piloto que impulsen el desarrollo y la innovación de frontera de las tecnologías del silicio y otros semiconductores alternativos, y (iii) la creación de un sistema capilar de centros de competencia que hagan esas nuevas capacidades accesibles a aquellos actores que puedan beneficiarse.
Comprar una entrada para el espectáculo que marcará necesariamente el futuro, ya que los chips son la base de cualquier desarrollo que requiera inteligencia y eficiencia, exige inversiones importantes. La CE y los Estados Participantes en la JU movilizarán cerca de 3.200 millones de euros para alimentar las cuatro líneas piloto previstas inicialmente. Estás líneas piloto impulsarán diferentes aproximaciones de miniaturización extrema de dispositivos lógicos y formas avanzadas de integrar nuevos sistemas versátiles. A lo largo de 2024 se definirá otra quinta línea piloto, cuya temática aun se negocia, y también otra dedicada a las tecnologías cuánticas.
La máquina se ha puesto en marcha este diciembre. Con suerte, será un Regreso al Futuro para los chips europeos.