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El abandono del patrón oro

Escrito por Carlos Cosials el 19/04/2022 a las 11:07:28
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(Integral Innovation Expert)

Introducción

 

Para los que ya tenemos una cierta edad, hay episodios pasados que nos marcaron de alguna forma. Por ejemplo, el abandono del patrón oro significó que la riqueza, que el dinero re-presenta, se desvinculaba del oro, actuando como refugio/reflejo de lo que daba significado al dinero, en el acto de la presentación de la moneda. Digamos que, para entonces, el oro era aquello tangible que, al final, si es que había de tirar de un “hilo”, nos llevaría al origen/patrón, para acabar en las cámaras acorazadas, donde los lingotes refrendarían y respaldarían el “valor”.

 

Pero como muy bien apunta Harari[1], el dinero es una conveniencia, muy mítica, que los humanos nos hemos dado y aceptado, entre todos, para intercambiar el valor acumulado y que, para refrendarlo, empezamos utilizando las monedas, hechas de [partes] metales valiosos y que, progresivamente, fuimos papelizando (en forma de billetes), luego plastificando (en tarjetas de débito/crédito) y, últimamente, “tokenizando”, mediante la promesa de los NFT (“Non Fungible Technologies”) que la tecnología subyacente, basada en la DLT (“Distributed Ledger Technologies”),  daría soporte y sustento.

 

Desconexión

 

Con esta perspectiva es fácil observar que la evolución tiene sentido y sigue siendo contextual con la atribución principal que nos significa: la “frictionless” o, traída al español, la que sería la conveniencia que, como hemos visto, ha estado presente en toda la evolución. Es decir, lo que observamos como desconexión no ha sido otra que la facilitación para aumentar la transaccionalidad, que protagoniza cualquier comercio, entendido como intercambio. De esta forma observamos lo que mi amigo Javier Varas[2] afirma como que: “hemos pasado de una época en la que el átomo empujaba al bit, a la que es el bit (lo digital) el que mueve al átomo (lo físico)” y vemos como se busca digitalizar cualquier relación, para que la misma sea más eficiente y menos costosa (o rugosa, por atender al sustantivo de la fricción). De hecho, en un entorno donde, incrementalmente, se habla de la “amazonización” de la sociedad, lo que estamos evidenciando es que un hecho, tan “natural” como ir a comprar, se ha reducido a buscar y clicar, desconectándonos del acto social del comercio y su interesante/intrigante negociación, deviniendo en una mera automatización de la compra/transacción, guiada por el algoritmo.

 

De igual modo está sucediendo con el otro tangible atómico, y más reacio a desconectarse, como lo sería el propio espacio físico. Así como el dinero era, y sigue siendo, una conveniente abstracción para representar/acumular valor, el mundo natural también ha jugado su papel como atesorador de valor y, sino, que se lo expliquen al negocio inmobiliario, donde la posesión de un terreno, un espacio en el ámbito natural (dentro, claro, de otro artificio, como lo son las fronteras políticas) es un valor sobre el cual se puede ejercer un derecho. Lo cual permite ser una buena antesala para iniciar su desconexión y trasladar sus valores al otro mundo (ya empezamos con Second Life), como muchas promesas ya están emergiendo, combinando la representación 3D virtual (ergo, sintética) junto con su tokenización. En resumen, la desconexión no es, sino, pura evolución de la conveniencia que nos caracteriza como especie social.

 

Conexión

 

Pero, tras esa visión nostálgica retrospectiva, se abre un sinfín de nuevas posibilidades que nos seguirán configurando y, seguramente, mejorando, a pesar de todas las agoreras lecturas tan catastrofistas que se expresan que, a mi parecer, no dejan de ser evidencias de la, también, natural resistencia al cambio que nos caracteriza a los humanos. Desde luego que muchos de los perjuicios que estamos causando al planeta devienen de la explotación especulativa que le damos a los bienes materiales y que, por ejemplo, en el mundo del turismo se está observando.

 

Muchos de los destinos turísticos están abrazando enfoques de sostenibilidad pues, como ya apuntaba Susan Fainstein en La Contra de LaVanguardia del 6 de junio del 2008: “La única solución al turismo masivo es crear eurodisneys[3], el negocio masivo de un territorio tiene su limitación. En general, todo aquello que tiene relación con la presencialidad que ofrece el “brick & mortar”[4] tiene sus días contados, gracias (o debido) a la “amazonización”, pero, también, a los videojuegos que ofrecen experiencias vivenciales, sin el presencialismo, que requiere lo atómico, aunque sí la relevante sincronicidad que nos brinda la red.

 

De hecho, ésta es la inspiración que nos está guiando en la construcción de la propuesta de metaviajes educacionales que estamos confeccionando, bajo la enseña de iKurius (https://ikurius.com/), para ofrecer la experiencia vivencial de un viaje a todas aquellas personas (ahora alumnos/as) que, por diferentes motivos, no pueden viajar, pero que quieran disfrutar, igualmente, del proceso de aprendizaje que se obtiene de un viaje, pero sin los rugosos, y económicamente costosos, inconvenientes de su “realización.