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El eterno dilema

Escrito por Agustí Argelich el 15/11/2023 a las 14:46:00
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(Director de Argelich Ingenieros)

Llevamos siglos discutiendo si debe retribuirse las tareas de un ingeniero, de un consultor, de un profesional cualificado, por el tiempo que le dedica a resolver un asunto o por el valor que aporta. Recurrentemente estamos con que se nos quiere pagar por el minuto que tardamos en pegar un martillazo y no por el conocimiento y la experiencia que se necesita para saber donde hay que pegarlo y con que intensidad.

 

Hay que recordar una y otra vez que la rapidez y precisión con que se resuelve un asunto profesional es inversamente proporcional a la experiencia y conocimientos acumulados. A más sabiduría menos tiempo.

 

Obtener una titulación técnica es un reto intelectual importante y es costoso en tiempo y dinero. Mantenerse al día, todavía cuesta más. La formación continua es obligada. Economía digital, aprendizaje infinito. Así titulé una conferencia que di en Nanjing (China) pocos meses antes del Coronavirus. La realidad es que no puedes dejar de dedicarle mucho tiempo a formarte y a que se forme tu equipo. La retribución que obtiene un profesional debe ser acorde a esta realidad.

 

Especialmente preocupante es la situación en el caso de profesionales liberales o freelances. En la tarifa de estos profesionales no solo van sus conocimientos y experiencia, si no que va incluido, sus costes de estructura, sus costes comerciales, su seguridad social, su pensión, su subsidio de desempleo, su formación continua, etc.

 

Hace ya muchos años que en aras a la libre competencia se suprimieron los tarifas y honorarios mínimos establecidos por los colegios profesionales. Pasaron a ser tarifas recomendadas y quedaron bloqueadas y olvidadas. Ahora nadie habla de ellas. Creo que habría que retomar este asunto en defensa de los legítimos intereses de la profesión. Las asociaciones y los colegíos de profesiones digitales deberían tener y publicitar adecuadamente estas tarifas y actualizarlas al menos una vez al año. Estas tarifas deberían tener en cuenta los años de experiencia. También se precisa una recomendación de salarios mínimos recomendados para los compañeros empleados en una organización. Esta sugerencia seguro que no gusta a muchos políticos, pero debemos defender nuestra profesión sin que nos influya la política. Hay que reivindicar una sociedad civil mucho más presente y menos silente.

 

El libre ejercicio se facturaba o bien por administración, dedicación o bien por un % del importe de la inversión. Ambas opciones han degenerado a lo largo de los años. Los precios han disminuido, la tecnología digital es un mercado deflacionario y los coeficientes deben ajustarse al alza.

 

A modo de ejemplo, las tarifas recomendadas por una asociación profesional internacional a la que pertenezco para consultoría estratégica son de 4.000 $/día. Me dirán que es otro mercado, que no es comparable, pero es que aquí se ven concursos públicos con precio de licitación máximo de 35 € hora de ingeniero. Algo no funciona.

 

Llevamos años con la cantinela de que faltan tantos profesionales de las tecnologías de la información, pero ocultamos, que prejubilamos anticipadamente a muchos con escandalosa anticipación y pagamos una miseria a los nuevos titulados. Acaba de salir una sentencia condenando a una empresa por discriminación por edad y declarando el despido improcedente. El Dr. Manel Domínguez, con su libro “Senior, la vida que no cesa”, está denunciando el edanismo en todos los medios de comunicación y por todo el país. Deseamos que su voz sea escuchada, pero sobre todo deseamos que corregida esta situación.

 

Las asociaciones y los colegios profesionales deberían ser mucho más activos en la promoción y defensa de la profesión. La reputación social de una profesión es muy importante. La ingeniería lleva años perdiéndola. Sin ingenieros, sin profesionales no funciona ninguna sociedad. Parece mentira, pero hay que recordarlo.