Hace años que la Responsabilidad Social es un activo relevante en empresas cotizadas en razón del incremento de la sensibilidad de los inversores. Y por sensibilidad en este caso entendemos la comprensión que este grupo de interés ha hecho de la correlación entre RSE y rentabilidad. De hecho, tras años de puesta en escena de la RSE, ya disponemos de suficiente series históricas que muestran que la rentabilidad de las empresas con políticas de RSE está por encima de la media de los índices generales, aproximadamente en un 5% (el diferencial sería de un 10% si no incorporamos a la muestra las empresas comprometidas).
La RSE ahora mismo es más que estratégica a nivel corporativo, es estratégica para la sociedad. En una crisis como ésta, con una caída nunca vista por el corto plazo con el que se ha producido y a la vez con un enemigo desconocido y unas consecuencias tan inciertas, la solidaridad de las empresas y la capacidad de poner sus recursos al servicio de la sociedad y de los investigadores es una muestra de gran responsabilidad.
Todas las partes deberían incentivar la corresponsabilidad, las alianzas y las sinergias. De hecho, en contextos de tanta complejidad es necesario activar la inteligencia distribuida en la que los diferentes niveles de administración, y los diferentes sectores, público, privado y social, así como las personas, combinan el respeto a las autoridades con la capacidad propositiva y la búsqueda de alternativas. Mostrar responsabilidad hacia la sociedad significa ahora mismo poner todos los activos (talento, infraestructuras...) al servicio de la innovación social y la respuesta urgente para este gran reto. El concepto de resiliencia ahora toma más sentido que nunca. Y entendemos como nunca antes que la responsabilidad de las organizaciones debe estar al servicio de construir unas comunidades muy resilientes ante situaciones adversas de máxima complejidad, una idea que ya incorporábamos en la conceptualización de Territorio Socialmente Responsable hace una quincena de años.
Empezamos a intuir que esta no habrá sido una situación dramática pero puntual sino que puede convertirse en parte de los escenarios de futuro, ante los que debemos aprender a gestionar la adaptación y la innovación. Aún no hemos salido del momento más crítico pero ya hay que empezar a pensar en el día siguiente (acciones de recuperación acelerada) y en el pasado mañana (los aprendizajes). Las empresas y organizaciones deberán pensar sobre qué sentido toma su RSE en un contexto de mayor incertidumbre y complejidad, como cambian los modos de trabajar, de interrelacionarse con el entorno, de generar alianzas, y de crear impacto social sostenible . Los gobiernos deberán pensar cómo se preparan para estos nuevos escenarios con estrategias para activar la colaboración y no de mera imposición, y cómo se redefinen los sectores estratégicos, que ya no pueden ser meramente los militares y en cambio la producción alimentaria de proximidad sí debería considerarse o la producción de ciertos productos industriales que no pueden quedar meramente en manos de una globalización que nos trae ventajas pero también pandemias y riesgos enormes de dependencia.
Y el sentido de compromiso de las personas. Hemos tenido décadas de desresponsabilización de la ciudadanía, porque se desarrolló un concepto de servicios públicos que eran como un supermercado que podían crecer hasta satisfacerlo todo. A pesar de que hace tiempo que el modelo ha decaído, la cultura asociada todavía está vigente y hay que volver a recuperar por parte de la gente un sentido de compromiso y responsabilidad de uno mismo, de nuestro entorno y del Planeta. El discurso que Edificios Positivos, iniciativa de la cooperativa TSR Territorio Socialmente Responsable, desarrolla toma más sentido que nunca: hay que fortalecer la buena vecindad para generar más capacidades de autoorganización y hacer las ciudades más resilientes. Hay que crear comunidades donde las personas puedan vivir positivamente la experiencia de ser vecinos y vecinas y abordar los retos de desarrollo sostenible desde los mismos edificios. Y hay que recuperar una responsabilidad social empresarial de proximidad, basada en la buena vecindad empresarial, para contribuir a expandir la positividad a la comunidad.
Josep Maria Canyelles
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