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Esto NO es teletrabajo

Escrito por Ferran Hernández Suriñach el 06/04/2020 a las 14:25:58
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(Ingeniero de campo y consultor en Tecnologías de la Información y Comunicación)

Llevo 10 años teletrabajando para dos empresas distintas antes de ponerme por mi cuenta y seguir realizando buena parte de mi trabajo en remoto.

 

Soy un acérrimo defensor del teletrabajo como una herramienta imprescindible para mejorar la productividad de las compañías y la felicidad de los trabajadores. Junto a la flexibilidad, es parte de la combinación perfecta para facilitar la conciliación familiar para aquellos que tenemos familiares a cargo.

 

Por eso mismo, una de las grandes oportunidades que nos dejará esta crisis del COVID-19 es el gran número de empresas y trabajadores que habrán utilizado por primera vez el trabajo en remoto durante el confinamiento obligatorio, aunque sólo sea por la necesidad de dar continuidad al negocio protegiendo a sus empleados. Y puede que sea un periodo suficientemente prolongado para que este trabajo en remoto se asimile como un nuevo hábito.

 

Sin embargo, debemos tener en cuenta que lo que nos estamos viendo forzados a soportar estos días NO es teletrabajo. O no es el teletrabajo como debiera de ser. Como mucho puede hablarse de un apaño para que no muera completamente una parte de la economía.

 

Estar concentrado en un sitio tranquilo, como en un estudio en casa o en un centro de trabajo compartido (co-working) habilitado con todas las facilidades de conectividad es algo cercano al lujo para los que necesitamos ratos prolongados de concentración y valoramos productividad y eficiencia.

 

En estos momentos, en mi caso, como en el de muchas de las personas que tenemos el privilegio de poder seguir trabajando, estamos dos adultos en casa con los niños, teniéndonos que turnar para poder atenderlos y trabajar a su vez 8 horas diarias cada uno. En nuestro caso eso se traslada jornadas de trabajo discontinuo desde las 7.30h de la mañana a las 23.40h de la noche y en un entorno completamente hostil.

 

Como es fácil entender, esto más que una mejora es una tortura…, Y se consigue en muy poca medida la productividad y eficiencia que yo defiendo como ventajas principales del teletrabajo.

 

Por lo tanto, los recelos para considerar el teletrabajo una medida facilitadora de la conciliación y la retención de talento pueden ser importantes. No hay duda de que se trata de trabajo en remoto, pero haríamos bien como colectivo en intentar diferenciar esta situación del teletrabajo que deberíamos promover.

 

El reto que tenemos por delante, es hacer comprender a todos los actores que el teletrabajo es algo mucho mejor de lo que hayan podido catar estos días y que, en una situación de normalidad, puede suponer una diferencia enorme que permita tanto a grandes corporaciones como también a pymes y microempresas, atraer y retener talento ofreciendo flexibilidad y autonomía a sus empleados, aumentando su felicidad y, por lo tanto, mejorando el clima y la productividad de su plantilla. Y eso sin contar además con los ahorros de transporte hasta las oficinas por parte de los trabajadores (tiempo y dinero), y el ahorro en oficinas por la parte corporativa.

 

A pesar de todas estas ventajas, esto tiene que ir acompañado por una adaptación de algunos de los procesos, por el paso de aplicativos a la nube y por herramientas que no sólo permitan la conectividad remota, sino que incentiven la compartición de información formal e informal (mensajería instantánea, grupos de trabajo virtuales, pizarras blancas, etc.) y que nos ayuden a todos a tener la sensación real de formar parte de un equipo.

 

Estoy seguro de que sabremos manejarlo para convertirlo en uno de los mejores beneficios sociales del futuro cercano.

 

Ferran Hernández Suriñach
Ingeniero de campo y consultor en Tecnologías de la Información y Comunicación.