La caverna mediática, las redes sociales y la opinión públicaEscrito por Mario Agudo el 19/04/2016 a las 21:04:585006
La teoría de la Agenda Setting enfatiza el poder de los medios de comunicación para atraer la atención hacia ciertas cuestiones y al mismo tiempo crear los marcos de interpretación de los acontecimientos sociales. Los medios, al informar sobre la realidad externa, presentan al público una lista de los temas que serán objeto de la opinión pública. En otras palabras, los asuntos de preocupación más destacados se transforman en los temas de preocupación más importantes, de ahí que su agenda se convierta en la agenda pública. Podemos decir que los medios construyen la realidad que percibimos, de ahí su gran relevancia social.
En este sentido cabe especificar que la mera selección de acontecimientos implica una valoración, así que el proceso por el que unos temas entran en la agenda y otros quedan fuera es ya de por sí un primer filtro subjetivo. Pero una vez que lo hemos superado, nos encontramos con otro matiz: la forma de relatar la información. Ambos procesos dependen del enfoque que se les da en función de unos determinados intereses, los de los poderes fácticos que controlan el conglomerado mediático. La objetividad se convierte así en una quimera.
Si los medios construyen la realidad que digerimos y lo hacen de una manera sesgada, podemos afirmar, tirando del símil platónico, que estamos percibiendo las sombras de la realidad que los medios proyectan sobre nuestra oscura caverna y que los temas sobre los que opinamos están dirigidos por quien tiene el control del mensaje.
Cuando irrumpieron las redes sociales, hubo un importante debate en el mundo de la información. ¿Serían estas plataformas capaces de romper el monopolio que los medios de comunicación tenían en la configuración de la Agenda Setting? ¿Estaríamos ante una democratización de la información? La respuesta, a la luz de los contenidos que vemos desfilar por nuestros muros y timelines, es que no. La mayor parte de las conversaciones sobre temas no personales pivotan sobre lo que dicen los medios. Es fácil intuir qué vamos a ver en nuestras redes tras haber leído el periódico, escuchado la radio o visto la televisión, ya sea en forma de memes, enlaces, agrios debates o extensas columnas de opinión.
Las redes sociales se han convertido en el boca a boca por escrito, en un gran amplificador y generador de opinión, pero sobre los acontecimientos que nos vienen dados. Su capacidad de introducir temas en la agenda informativa es alarmantemente reducida. Esto no quiere decir que los medios no utilicen como fuente para sus informaciones las redes. Hemos presenciado cómo ciertos acontecimientos acaecidos en algunas de estas plataformas han saltado a la palestra informativa (el caso del concejal Guillermo Zapata, los tweets polémicos de Gerard Piqué o el cruce de reproches entre Iglesias y Rivera a propósito de Otegui son algunos ejemplos), sin embargo, los grandes temas de interés siguen monopolizados por los medios (política nacional, economía o relaciones internacionales).
Las redes son una tribuna de egos en los que la aparente sensación de influencia que nos brinda la posibilidad de expresar nuestra opinión ante una audiencia concreta nos lleva a opinar de manera inmediata y, a veces irreflexiva, sobre cualquier cuestión de actualidad, seamos conocedores o no de la materia. Son una ruleta de opiniones superficiales, a menudo sectarias, que no hacen más que introducir confusión, si cabe, en las sombras que proyectan los medios y que son a través de las que percibimos la realidad. Ante esta situación, cabe aplicar la máxima de Antístenes, quien decía: “no te imagines que los demás tienen tanto interés en escucharte como el que tú tienes de hablar“.
Esto no significa que las redes sean un instrumento inútil. Desde el punto de vista del marketing y de las posibilidades de explotación de una marca personal son muy interesantes, puesto que ofrecen una cantidad ingente de contactos y de información sobre preferencias, gustos o afinidades que resulta de gran valor, pero todavía estamos lejos de que puedan tomar la iniciativa en la configuración de la Agenda Setting, al menos mientras no se produzca un cambio generacional más profundo.
Mario Agudo Villanueva. |