He leído uno de estos artículos de prospectiva que prevén las profesiones que habrá en el futuro. Y me ha resultado sugerente fijarme en que los 10 nuevos tipos de trabajo que se prevén desde Adecco, la mayoría vienen a ser como una especie de interfaces, hacia el trabajo, la comunidad, el ocio, la medicina, la tecnología... De alguna manera he tenido la impresión de que los entornos del futuro serán tan complejos que necesitaremos personas que nos hagan de interfaz amable para poder establecer el enlace.
Fijaos en ellas:
- Representante personal para gestionar los trabajos de las personas con más talento (como tienen los futbolistas).
- Técnico de domótica para diseñar y mantener los nuevos aparatos que se harán presentes en nuestra casa y en las smartcities (para cuando la ventana inteligente no nos haga caso).
- Asistente médico personal para adaptar la medicina a nuestra genética individual.
- Maestro digital para los nuevos modelos educativos "sin papel" y para las personas que no superen la brecha digital (todo habrá que hacerlo por internet).
- Gestor de voluntarios en línea, para gestionar los profesionales que accedan a ceder parte de su tiempo para estas actividades.
- Asistente personal para lo que sea: hacer los deberes con los niños, cocinar o ir de compras, incluso asistentes laborales que nos ayuden a hacer nuestro propio trabajo para tener más tiempo libre.
- Diseñador de sueños con desarrollo de tecnologías virtuales, un sueño específico en función de nuestros requerimientos (¡como diseñamos un viaje de placer!).
Para llegar a las diez profesiones de futuro propuestas, hay tres más, que pongo a parte porque no tienen este marcado carácter de interfaz:
- Agricultor de proximidad, que ofrezcan productos ecológicos y de calidad en las grandes ciudades e incluso técnicos de agricultura vertical, especializados en crear huertos en las fachadas de los edificios.
- Ingeniero de reciclaje, que diseñarán productos con la previsión de facilitar el reciclaje de componentes.
- Nano-técnico y nano-médico, como el médico-ingeniero que conozca a fondo la salud pero con conocimientos de tecnología.
Yo ya me imaginaba con un huerto urbano en el balcón. Con lo que no pensaba es que debería tener un agricultor del sXXI que viniera a guiarme, que para salir al balcón tuviera una puerta inteligente que para arreglarla me hiciera falta un ingeniero, que para hacer el repaso escolar fuera necesario una profesión del sXXI, y que para gestionarlo todo ello me fuera necesario tener unos profesionales que me asesoren, hagan el trabajo por mí o incluso me representen. ¿En la reunión de escuela también enviaremos a nuestro representante?
Hay trabajos que no dejan de suponer llevar al siglo XXI profesiones muy antiguas: el cerrajero, el médico, el campesino... de manera que cubran nuevas necesidades y pongan las tecnologías medio de su oficio. En cambio otros son nuevos, ya sea porque no se creía que pudieran hacer falta o porque se basan en tecnologías absolutamente nuevas: desde la gestión de voluntarios online hasta el técnico en domótica, en nanotecnología o en creación de mundos virtuales.
Algunos mezclan conocimientos, como la medicina o la agricultura con -siempre- la tecnología. Pero la mayoría no suponen tanto una hibridación de conocimientos sino que parten de la incapacidad del ciudadano del futuro para poder moverse en este nuevo contexto y los requerimientos que necesitará a modo de profesiones que le permitan dialogar y interaccionar con el entorno. Interfaces como profesión.
De alguna manera, todas estas interfaces permiten personalizar más los servicios que recibimos, disponer de servicios a partir de una elección donde la capacidad de elección sea un factor mucho más que meramente estético. Tres debates quedarán abiertos a partir de ese momento:
a) La personalización extrema de los servicios (que hasta ahora catalogábamos de públicos y privados) requerirán un nuevo modelo de prestación. ¿Podrán los servicios públicos soportar una elección de servicios a la carta? ¿Podrán hacerlo las grandes corporaciones privadas? No es tanto un debate público-privado sino sobre cómo prestar servicios en este nuevo paradigma sociocultural derivado de los cambios tecnológicos.
b) Si esta personalización es real, si no es mera customización o sencillamente una facilitación de los servicios, estos nuevos profesionales deberán saber interpretar muy bien los valores y principios de cada cliente. La gestión de la responsabilidad social y sus valores centrales como la ética o la sostenibilidad pasarán a ocupar nuevos protagonismos. Si tantas profesiones actuarán en mi alrededor y en temas tan delicados como mi salud, la educación de mis hijos, mi alimentación, requeriré una sensibilidad extrema a mis valores...
c) Si el posesivo mi termina marcando el modelo, aunque que en un sentido positivo de personalización, se puede profundizar en la rotura de lazos comunitarios, elementos de solidaridad, sentimiento de pertenencia... No tiene por qué ser así, y se pueden establecer compensaciones, se pueden abrir nuevos modelos de implicación. Pero, sólo para empezar, es muy posible que todo el modelo implícito en estas nuevas profesiones termine haciendo más impermeables unas grandes diferencias entre clases sociales, en la línea de la sociedad de los tres tercios.
Veo unos retos apasionantes, y que debemos abordar antes de que nos aborden. Porque el futuro se va generando por él mismo a partir de la lógica de las innovaciones. Pero el modelo social lo debemos configurar entre todos, democráticamente, sabiendo poner la tecnología al servicio de las personas y de una sociedad donde la dignidad de las personas, la libertad y la igualdad de oportunidades queden garantizadas.
Josep Maria Canyelles
_Responsabilitat Global_