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Las telecomunicaciones en Europa: ¿para cuándo un servicio universal de banda ancha rápida?

Escrito por Lluis Borrell el 30/11/2011 a las 14:04:02
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(Head of the Spanish Office, Analysys Mason)

La Comisión Europea publicó el 19 de mayo de 2010 la Agenda Digital para Europa, cuya finalidad es “obtener los beneficios económicos y sociales que pueden derivar de un mercado único digital basado en una Internet rápida y ultrarrápida y en unas aplicaciones interoperables”.  La Agenda Digital fija siete campos de actuación prioritarios para maximizar el potencial socio-económico de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Uno de ellos es conseguir una fuerte aceleración del acceso a Internet, de tal modo que todos los ciudadanos europeos tengan acceso a servicios básicos de banda ancha en 2013 y a velocidades de 30Mbit/s o superiores en 2020, y que la mitad de los hogares europeos estén abonados a servicios de banda ancha ultrarrápida o de más de100Mbit/s en 2020.


La consecución de los objetivos plasmados en la Agenda Digital resulta ambiciosa y compleja, especialmente si se tiene en cuenta la situación de partida en 2010 de la mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea, incluida España, en lo que respecta a penetración de la banda ancha rápida mediante redes de nueva generación. (En la figura 1 se ve la penetración de banda ancha en los hogares. Fuente European Investment Bank)
 
 

Teniendo en cuenta este punto de partida del desarrollo de redes de nueva generación, los objetivos fijados en la Agenda Digital para 2020 no parecen reflejar una visión pragmática y realista de la situación actual del desarrollo de la banda ancha rápida en Europa por varias razones:
 

• Las inversiones necesarias asociadas al desarrollo de redes de nueva generación son muy elevadas ‒ El despliegue de redes de nueva generación (FTTx) requiere de cuantiosas inversiones. Se estima que en la Unión Europea este tipo de inversiones podrían ascender  a más de 200 billones de euros.
 

• Desde el punto de vista privado, no parece que existan suficientes incentivos para afrontar estas inversiones más allá de zonas de alta densidad de población con periodos de retorno en muchos casos más allá de los 15 o 20 años – La incertidumbre sobre futuros nuevos ingresos por servicios de banda ancha de nueva generación no permiten afrontar las cuantiosas inversiones necesarias. En particular, la falta hasta el momento de la denominada killer application hace que sea difícil prever un aumento significativo de los ingresos por servicios de banda ancha de nueva generación que permitan reducir el periodo de retorno o el riesgo asociado a dichas inversiones.
 

• Desde el punto de vista público, la actual crisis financiera y la consecuente limitación de la inversión pública tampoco sugieren que las administraciones públicas puedan afrontar estas inversiones sin cambiar los criterios de inversión pública ‒ La reducción actual de presupuestos públicos debido a la crisis financiera en la que estamos inmersos ha generado un mayor control sobre la rentabilidad económica y social de los distintos proyectos, incluidas las inversiones en redes de banda ancha de nueva generación. En este contexto, estas inversiones tendrán que competir con inversiones básicas en sanidad y educación. Parece que la inversión pública necesaria para el desarrollo de redes de nueva generación sería defendible únicamente si se tuvieran en cuenta las posibles externalidades positivas en términos de productividad y reducción de gastos que dicha inversión pudiera generar, fomentando el crecimiento económico y mejorando el bienestar de los usuarios mediante el uso de servicios como por ejemplo la tele-medicina y la tele-educación. Este parece ser el motivo principal que ha impulsado al gobierno australiano a invertir miles de millones de dólares en un plan destinado a desplegar una red de fibra óptica que llegue a todos los hogares en Australia en 2021. No obstante, el hecho que ningún otro país siga esta opción sugiere que el caso de Australia parece ser una excepción más que un referente para el futuro.
 

Las alternativas reales al despliegue generalizado de redes de nueva generación incluyen:
 

• La actualización de las redes de cable al estándar DOCSIS 3.0 – Actualizar las redes de cable a DOCSIS 3.0 es mucho más barato que desplegar fibra óptica hasta los hogares de los usuarios (FTTH, del inglés fibre to the home), y permite obtener velocidades similares a las redes FTTH. Esto permitirá a operadores como ONO, que han comenzado a actualizar sus redes de cable, ofrecer dentro de su área de cobertura velocidades ultrarrápidas a sus usuarios, a un coste mucho menor que en el caso de FTTH.
 

• El desarrollo selectivo de la banda ancha móvil – La banda ancha móvil 4G o mediante la tecnología LTE (del inglés Long Term Evolution) que utiliza el espectro en la banda de 800MHz del ‘dividendo digital’ ha comenzado a utilizarse como alternativa a la banda ancha fija en zonas rurales de difícil acceso o en zonas urbanas donde la calidad de servicio ofrecida por el ADSL o el cable es relativamente baja o inexistente. Alemania, Suecia y el Reino Unido han encabezado el uso de las redes móviles como alternativa a la banda ancha rápida incluyendo obligaciones específicas en las recientes subastas de espectro de 800MHz.
 

• El desarrollo de la banda ancha por satélite – La banda ancha por satélite que opera en la banda Ka ha comenzado a comercializarse con éxito en los Estados Unidos, y presenta unas perspectivas interesantes en Europa para dotar de Internet rápida a las zonas rurales sin cobertura ADSL y a las zonas urbanas donde la calidad de servicio de las líneas ADSL o el cable es relativamente baja o inexistente.
 

Por lo tanto, creemos que los objetivos fijados en la Agenda Digital para Europa son muy ambiciosos. Además, una velocidad de bajada de entre 20Mbit/s y 30Mbit/s parece suficiente para la mayoría de las aplicaciones comerciales de banda ancha para el hogar (p.ej. cloud computing, varios servicios simultáneos con soporte de video en alta definición). Las alternativas a las redes de nueva generación descritas, aunque no permitan cumplir íntegramente dichos objetivos (velocidades de entre 30Mbit/s y 100Mbit/s), sí permitirán que todos los ciudadanos europeos, incluida España, tengan acceso a servicios de banda ancha a unas velocidades ‘rápidas’ y realmente atractivas en el corto o medio plazo.