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Lo que la pandemia nos dejará

Escrito por Josep M Vilà Solanes el 08/02/2022 a las 21:29:16
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La pandemia que sufrimos es como el viento: que viene, arrasa y pasa. De momento nos ha dejado muertos, sufrimiento y pobreza, y todavía no ha terminado. Pero la reflexión que sigue no quiere centrarse en lo que la pandemia se llevó sino en lo que nos dejará. Porque la pandemia también ha hecho aflorar una serie de comportamientos que dejarán una fuerte impronta en la estructura y organización, de las sociedades humanas que la han sufrido, y que tiene que ver con la forma que ha tenido que reinventarse para poder superar las consecuencias de la enfermedad en el tejido social.

 

En primer lugar, destaca la imaginación que ha sido la protagonista para poder salirse de las dificultades que la pandemia ha presentado tanto a nivel personal como económico o social, utilizando más eficientemente, o de otra forma, los recursos disponibles, en especial los de cariz tecnológico.

En este sentido cabe mencionar las compras online aprovechando las plataformas existentes, o de nuevas, que han dado un salto muy importante en su utilización por todas partes, tanto a nivel empresarial como en los hogares. Y el espectacular avance en los sistemas de distribución necesarios para su funcionamiento. Este servicio se ha mostrado ser no coyuntural, para solucionar problemas de confinamiento y prevención sanitaria, sino que ya ha empezado a formar parte de los hábitos y costumbres de nuestra sociedad.

También ha sido importante el uso del teletrabajo en la mayoría de las empresas, en las que el desconocimiento tecnológico y el miedo a gestionar a las personas en este nuevo entorno, había retrasado su Transformación Digital. La necesidad de no parar, o no reducir, la actividad empresarial por la falta de recursos humanos en forma presencial ha llevado a la utilización masiva de la tecnología existente. También como en el caso anterior, ha venido para quedarse, hibridándose con los métodos presenciales existentes dotándoles de una mayor flexibilidad.

No menos importante ha sido la introducción de la videoconferencia como herramienta habitual de reuniones, coordinar proyectos o impartir conocimiento. También aquí ha existido una notable aceleración en el uso de las herramientas tecnológicas que lo hacen posible. Pero también se ha tomado conciencia de que existen otras formas de comunicarse que no requieren de desplazamientos, dentro de la ciudad o al extranjero, con la correspondiente reducción de costes y de pérdidas de tiempo. Muchas reuniones precisan ser presenciales pero otras muchas no. También esta tecnología ha venido para quedarse puesto que, una inteligente e imaginativa asignación de cada una de estas formas de comunicarse y de interaccionar, lleva a una mejora notable de la eficiencia en el trabajo y en la formación.

Cabe señalar también el gigantesco paso que ha tenido que dar la Administración y para facilitar las gestiones de forma no presencial con empresas y ciudadanos que, como todo lo anterior ya existía pero que faltaba dar el impulso necesario. Esto también ha llegado para quedarse, aunque la prisa no ha permitido dar la formación necesaria y ha dejado a muchas personas, sobre todo mayores, fuera de juego.

 

En segundo lugar, destaca también la importancia que tiene la colaboración y la solidaridad, o su carencia, entre los miembros de la sociedad ante los retos que ha supuesto y todavía supone la pandemia. Es decir, la toma de conciencia de que no somos individuos aislados, sino que formamos parte de una comunidad, o de un entramado de comunidades, que nos permite hacer frente más eficazmente a las dificultades sobre venidas.

Un caso paradigmático ha sido el Sistema Sanitario público en nuestro país, y allí donde exista. La dedicación de todo el personal sanitario y su capacidad de innovar para solucionar la excepcional situación en la que se ha encontrado el sistema de atención sanitaria, en un entorno de mucha incertidumbre, ha sido excepcional. Es de destacar el papel que ha tenido también la tecnología facilitando la rápida distribución de las vacunas a todas las personas afectadas como para facilitar la atención médica por vías no presenciales, fruto de una extensa colaboración entre muchos profesionales sanitarios y técnicos informáticos y de telecomunicaciones. Estas soluciones emprendidas, lejos de desaparecer, formarán parte del conjunto de actuaciones médicas, en función de criterios sanitarios o de urgencia.

También se ha tomado conciencia, por parte de la ciudadanía, de la importancia de la adecuada financiación del sistema sanitario por las estremecedoras consecuencias que ha puesto en evidencia la pandemia y que es de esperar produzca una corrección importante en la política de salud en el futuro. En este sentido, jugará también un papel relevante la intensificación de la Transformación Digital aplicada al sistema de Salud.

Otro aspecto para destacar es que, como en todas las crisis, los más ricos salen siendo más ricos y los más pobres aún más pobres, incrementando así las desigualdades sociales. Como consecuencia de que los más ricos tienen más recursos para hacer frente a la crisis que los más pobres. La pandemia ha incrementado notablemente la cantidad de familias que están por debajo del nivel de pobreza en todas partes, lo que ha obligado a las organizaciones de asistencia y de servicios sociales a realizar un trabajo extraordinario, bajo unas condiciones muy difíciles debido a los efectos de la propia pandemia en sí mismas. El voluntariado social y las iniciativas como el Banco de Alimentos, ya existentes anteriormente, han sido primordiales para mantener la cohesión social y han demostrado la importancia que deben tener en el futuro.

 

Finalmente, cabe mencionar la aparición de la incertidumbre como un fenómeno global. La pandemia nos ha llevado a una situación en la que pocas cosas son previsibles: ni la duración de las sucesivas oleadas, ni la disponibilidad de remedios y vacunas, ni la gravedad de las variantes evolutivas, ni la adopción de las medidas preventivas. Lo que ha llevado a vivir en la incertidumbre ya tener que tomar decisiones personales, empresariales y administrativas cambiantes y de corto alcance.

La adaptación de las tecnologías digitales, en la sociedad en todos sus ámbitos, ya había producido nuevos retos y entornos poco fáciles de prever. Pero la pandemia ha acelerado el proceso y nos ha situado en la necesidad de convivir con la incertidumbre, demostrando el valor de la flexibilidad en todos los órdenes. Por ejemplo, ha demostrado que las cadenas de suministro industrial, que eran muy eficientes, pero demasiado rígidas, han creado graves problemas de abastecimiento al sistema productivo. O que los protocolos de autorización de la investigación en nuevas vacunas contra el virus de la pandemia, que eran muy garantistas pero muy lentas, han tenido que cambiarse por poder hacer frente al avance de la pandemia.

Ha puesto así de manifiesto la necesidad de adecuar a las organizaciones y empresas hacia modelos más flexibles, para que puedan hacer frente a un mundo con mucha más incertidumbre de lo que estábamos habituados. La tecnología jugará también aquí un importante papel en la flexibilización tanto de los procesos industriales como en la producción de servicios.

 

También nos deja muchas otras cosas, aún más importantes, como el valor de un abrazo. La carencia durante mucho tiempo de poder abrazar a los ser queridos, ha puesto de manifiesto la necesidad de la relación presencial en todas las manifestaciones afectivas porque como decía Paul Valery: “Ce que il y ha de plus profunde en l’homme c' este la peau….”. Pero esto merece otra reflexión.

 

 

Josep M. Vilà

4 de marzo de 2022