La formación de profesionales en la sociedad de la informaciónEscrito por Antonio Elias el 30/10/2018 a las 14:57:155101
(Catedrático de la Universidad Politécnica de Cataluny (UPC)) Nos encontramos en plena Sociedad de la Información, este nuevo modelo socioeconómico que está periclitando a la sociedad industrial y a la post industrial, que se inició en 1995 con dos eventos del mundo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), éstos fueron: la apertura comercial de Internet, la telaraña que envuelve al mundo se puso a disposición de todos, y la puesta en marcha del primer sistema de telefonía móvil digital GSM.
Según la agencia de acreditación de centros de formación de ingenierías ABET (Accreditation Board for Engineering and Technology), en su documento “Criteria for Acrediting Engineering Programs 2017”, indica que las habilidades recomendadas para los titulados en ingeniería deben ser: -a) Capacidad de aplicar su conocimiento en matemáticas, ciencia e ingeniería. -b) La capacidad de diseñar y realizar experimentos, así como de analizar e interpretar los resultados -c) La capacidad de diseñar un sistema, componente o proceso para satisfacer las necesidades deseadas dentro de restricciones realistas tales como económicas, ambientales, sociales, políticas, éticas, de salud y seguridad, manufacturabilidad y sostenibilidad -d) Capacidad para funcionar en equipos multidisciplinarios -e) Capacidad para identificar, formular y solucionar problemas de ingeniería -f) Comprensión de la responsabilidad profesional y ética -g) Habilidad para comunicarse efectivamente -h) Una amplia educación necesaria para comprender el impacto de las soluciones de ingeniería en un contexto global y social -i) Un reconocimiento de la necesidad y la capacidad de participar en un aprendizaje permanente -j) Un conocimiento de los problemas contemporáneos -k) La capacidad de utilizar las técnicas, habilidades y herramientas de ingeniería modernas necesarias Parece acertado y sensato, que estas 11 habilidades configuran a su poseedor como un buen profesional de la ingeniería, por tanto los planes de estudio de las ingenierías deberían contemplarlas, sin embargo, un simple vistazo a los diferentes programas de grado y máster de ingeniería, nos permite aventurar que las habilidades recomendadas por ABET de la “a” a la “h”, ambas inclusive y la “k”, están contempladas y se procuran en todos los programas, sin embargo, las habilidades “f”, “g”, “h”, “i”, y “j”, en la mayoría de los casos, son meras declaraciones que no aparecen más allá de las guías docentes. Dado que, afortunadamente, el tiempo de formación reglada está acotado y que, el conocimiento humano mantiene un crecimiento sostenido, las 11 habilidades del ABET y otras que en cualquier momento puedan aparecer como imprescindibles sólo se podrán alcanzar con la innovación de los planes de formación, haciéndolos más flexibles y posibilitando una adaptación dinámica de los mismos a los entornos socioeconómicos de cada momento. Esto requiere asumir el concepto de innovación permanente. La innovación, esta palabra que siempre vemos en casa del vecino, debemos asumirla como algo inherente a la formación. En un entorno de cambio acelerado, innovación y procesos formativos forman una dupla conceptual intrínseca dado que siempre se pretende que la formación sea algo útil para el espacio-tiempo, contexto socio-económico, correspondiente. En este sentido, la innovación en la formación universitaria, con el sesgo de la formación en ingeniería, debería considerar, aparte del método docente, al menos, tres conceptos:
· Personalización, · Interdisciplinariedad, · y Universalización,
PERSONALIZACIÓN:
Los cambios tan acelerados de esta Sociedad de la Información no nos permiten conocer, quizá tan sólo aventurar, en que trabajarán nuestros titulados dentro de dos años, y ante este entorno tan incierto, los docentes deberíamos compartir con los estudiantes el riesgo de optar, de personalizar su formación.
Personalización no implica necesariamente especialización, aunque la especialización sea una forma de personalizar, y se puede personalizar incluso dentro de una especialidad.
Casos como el de Antonio Cobas (ver recuadro) cada vez pueden ser más frecuentes en nuestras universidades, sencillamente porque el entorno de acceso al conocimiento que propician las redes cada vez es más importante, y porqué los futuros estudiantes cada vez tienen más claros sus objetivos y que es lo que necesitan para conseguirlos. Episodios de frustración como el caso de Antonio Cobas deben evitarse al máximo, ni la sociedad ni la universidad se lo pueden permitir.
Ahora, y aquí, hay muchos innovadores jóvenes, que no se sienten atraídos por las ingenierías, sencillamente porque han visto los planes de estudios y no quieren ser derrotados por un montón de materias que consideran inútiles para sus objetivos personales, y no es la osadía de la ignorancia, generalmente estos jóvenes suelen estar bien informados. También es el caso de algunos titulados interesados en realizar determinados másters hasta que consultan el temario y se decepcionan al constatar que en un 80% es "más de lo mismo".
Ante esta situación los docentes deberíamos anticiparnos y flexibilizar los planes de estudio, éstos deberían enfocarse compartiendo con los estudiantes el riesgo de su futuro profesional, en las escuelas de ingeniería deberíamos ofrecer un gran abanico de optativas que contemplen explícitamente las habilidades ABET, más del 60% de los créditos de cada titulación. Hay que empezar a personalizar los currícula, eso sí, con una buena mentorización, tenemos profesores de sobra. Deberíamos definir unos planes de estudio que permitan esta personalización, con (dicho en términos matemáticos) una base canónica del espacio vectorial de cada ingeniería o especialidad bien definida, con materias específicas propias que no debería representar más del 40% de los créditos y el resto créditos optativos. Afortunadamente, el tiempo reglado de formación es finito, por eso debemos de medir muy bien qué materias se incluyen en el núcleo de cada titulación, y sin menospreciar el papel formativo de la mente que representan las matemáticas, deberíamos optimizar también la provisión de dichas herramientas. Deberíamos ensayar de proporcionar la herramienta cuando se necesita, cuando haga falta, no suministrarla, de forma previa mediante una amplia panoplia de herramientas que prácticamente nunca se utilizarán. La optatividad facilita la personalización.
INTERDISCIPLINARIEDAD
Los Campus Universitarios deberían dejar de ser meras coincidencias geográficas y ofrecer la posibilidad de cursar asignaturas en distintos centros del campus. Habría que abrir la formación entre centros para interconectar métodos y tecnologías diversas, que permitan especular sobre nuevas aplicaciones de la tecnología, por ejemplo: aplicaciones de los drones, los sistemas radar de muy alta frecuencia para explorar el cuerpo humano, etc.
En resumen, una buena planificación de la formación universitaria para la Sociedad de la Información, debería saber aprovechar todas las ventajas que ofrece la globalización, y la ubicuidad de la red. Hay que aprovechar las posibilidades del todo el sistema.
La interdisciplinariedad también ayuda a la personalización.
UNIVERSALIZACIÓN Los modelos sociales requieren de visionarios capaces de liderar los cambios e innovaciones para conseguir que estos representen un incremento de confort y bienestar social. La formación de los profesionales del futuro debe ir más allá de la mera formación técnica y tecnológica. Necesitamos unos planes de estudio que incluyan materias que permitan a los futuros profesionales sentirse confortables en el ejercicio profesional consecuente con sus ideas, confortables cuando tengan que decir que no. La Sociedad de la Información necesita profesionales que, aparte de conocimientos técnicos y tecnológicos, dispongan de criterios humanísticos, sociales y económicos. La optatividad de los planes de estudio debería incorporar asignaturas humanísticas, especialmente la ética. Hay que dar a conocer la función social del oficio elegido. Hay que acostumbrar a los estudiantes a añadir valor, la Creatividad y la Gestión de la Innovación también tienen que formar parte de la optatividad de los nuevos planes de estudio. Hay que fomentar las habilidades comunicativas, y la intuición como complemento del método científico. También son imprescindibles los conocimientos económicos, que son la base de la mayor parte de las decisiones de gestión. Los nuevos profesionales necesitan comprender la complejidad del sistema socioeconómico y deben ser capaces de distinguir los procedimientos de ingeniería que añaden valor en la producción de bienes y servicios, de los artificios financieros que sólo buscan aumentar el beneficio dentro de la legalidad. Hay que fomentar los deportes de equipo. Generosidad, entrega, responsabilidad, sacrificio, compañerismo, cohesión, bien común, lealtad, autoestima, etc. son conceptos que se adquieren y maduran practicando deportes de equipo. La formación universitaria debe proporcionar profesionales eficientes y ciudadanos con criterio. En conclusión, hay que procurar que los nuevos planes de estudio faciliten el desarrollo de modelos mentales que tengan en cuenta la complejidad del todo y sus interrelaciones.
EL MÉTODO
Los profesores universitarios, en dedicación exclusiva, tenemos tendencia a producir clones de nosotros mismos y no es este el papel principal que se espera de la universidad. Las facultades de medicina lo tienen muy bien solucionado; a partir de segundo, las clases se hacen en hospitales, en contacto con la realidad. Lamentablemente en el resto de estudios aplicados no disponemos de suficientes empresas susceptibles de ser empleadas como los hospitales, entonces necesitamos recuperar, y remunerar adecuadamente a los profesionales de la industria y de los servicios, los profesores asociados, para que nos aporten la visión actualizada de la realidad. Con la última crisis prácticamente los despedimos a todos. Necesitamos fomentar y facilitar mucho más las prácticas en empresas. Una universidad sin contacto con la realidad del entorno socioeconómico, haciéndolo muy bien, sólo puede aspirar a ser un parque temático. El estudiante debe disfrutar aprendiendo, estudiando. Los estudiantes nos llegan motivados, y lejos de desmotivarlos, debemos incrementar su motivación, y esto significa que la actitud del profesor debe ser estimulante, el profesorado ha de transmitir entusiasmo. El profesor debe ser brújula y no timón, debe guiar, no repetir lo que está mejor explicado en los libros y en algunos sitios de internet. Debe compartir su visión personal de la ingeniería, y solamente si está entusiasmado con su trabajo será capaz de trasladar la imprescindible ilusión del aprendizaje. Hay que reivindicar el valor de las sesiones de clase, éstas deben ser participativas, fomentar la discrepancia y la crítica. Incluso en aquellas materias con conceptos perfectamente asentados por una teoría consolidada y avalada por el método científico, la discusión y el cuestionamiento de los postulados, favorece la comprensión, la maduración y, en definitiva, la asimilación del conocimiento. Emulando a Marshall McLuhan cuando en 1964 publicó “The Medium is the Message”2, y a Manuel Castells que en 2002 extendió y actualizó el concepto a “the Network is the Message”3, en la docencia universitaria deberíamos poder decir: El mensaje es la sesión de Clase. Los profesores no podemos seguir impartiendo asignaturas como hace veinte años o más. No podemos seguir justificando, en base a una cierta pureza facultativa, que algunas materias son intocables por método y contenido. El actual sistema español de incentivación para los profesores universitarios, ha procurado que la docencia parezca una actividad secundaria, esto es inaceptable, la transmisión de conocimiento, la formación, debe ser, a mi modo de ver, el primer objetivo de la Universidad. Las tecnologías TIC serán las herramientas del futuro, pero la técnica no sirve de nada si el concepto sigue siendo anticuado. También tenemos que cambiar la forma de evaluar, especialmente en las ingenierías, el problema con resultado único no es natural, no es real, sólo es una comodidad para el profesorado, los exámenes tipo test no tienen una significación de décimas y no digamos de centésimas. La evaluación también debe acercarse a la realidad, las mejores pruebas de evaluación son las que se pueden hacer en casa. Concluyendo: la formación de los nuevos profesionales de la Sociedad de la Información, requiere, en todos sus aspectos, una adaptación dinámica al entorno socioeconómico de cada momento y al contexto individual de cada estudiante. Las TIC nos facilitan esta adaptación, pero las herramientas no sirven de nada si los conceptos docentes están periclitados. La docencia universitaria precisa innovarse y adecuarse al nuevo entorno de la Sociedad de la Información o será substituida. Todos sabemos que no es lo mismo “tocar el piano” que “ser pianista”. Las universidades, especialmente las públicas, estamos al servicio de la sociedad. Las escuelas y facultades de ingeniería no deben limitarse a enseñar ingeniería, deben formar y proporcionar a la sociedad, ingenieros e ingenieras.
1 http://science.sciencemag.org/content/332/6025/60/tab-pdf 2 Marshall McLuhan. Understanding Media. The Extensions of Man. 1964. http://robynbacken.com/text/nw_research.pdf
3 Manuel Castells. The Internet Galaxy: Reflections on the Internet, Business, and Society Print publication date: 2002. Print ISBN-13: 9780199255771
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