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Una reflexión sobre la recurrente falta de profesionales TIC

Escrito por Josep M Vilà Solanes el 10/05/2016 a las 15:01:35
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La telefonía fue una tecnología disruptiva. Su rápido crecimiento hizo aparecer voces que alertaban sobre una previsible falta de telefonistas, para atender el exponencial tráfico de llamadas que se estaba produciendo. Algunos cuantificaron que hacía 1960 haría falta que la mitad de la población femenina de USA se dedicara a hacer de telefonistas. Sin embargo la aparición de los diales rotatorios en 1919 y de las centralitas automáticas, conjuró la alarma y la telefonía continuó su vertiginoso desarrollo con los propios usuarios haciendo de telefonistas, al marcar en los aparatos los números de los teléfonos a los que querían acceder.

 

Una nueva tecnología disruptiva hizo su aparición pública después de la II Guerra Mundial: la informática. Rápidamente sus aplicaciones se extendieron por una gran variedad de campos. Hacia la década de los 70’ nuevas voces alertaron sobre la carencia de programadores que podía frenar su vertiginoso avance. En aquella época el cálculo de una factura, la clasificación de una lista datos, el mantenimiento de una relación de productos, o la confección de una carta, precisaban de un programa a medida realizado por un programador.

 

Esta vez la solución vino, por la mejora la productividad en el desarrollo de programas informáticos pero, fundamentalmente, por la aparición de los PC y las herramientas de usuario que trasladaron a éstos buena parte del problema, a través de las hojas de cálculo, procesadores de texto y otras aplicaciones llamadas de productividad. Y, también, por la creación de estudios universitarios reglados en esta materia y el consecuente incremento de profesionales con mayor formación y calidad.

 

Gracias a la fusión de la informática y las telecomunicaciones aparecen nuevas tecnologías disruptivas como internet y los teléfonos inteligentes, sobre un sostenido incremento de la potencia de cálculo y de telecomunicación. Miríadas de nuevas aplicaciones aparecen en nuevos campos: desde la ciencia a la fabricación, del comercio al ocio o de la sanidad a la cultura. De nuevo, a principios del siglo XXI, aparecen voces alarmantes sobre la falta de profesionales para atender todas estas nuevas aplicaciones.

 

Aprendiendo de la historia se puede vaticinar que buena parte de la la solución tiene que venir también por dos vías diferentes. La primera por el traslado a los usuarios de capacidades que permitan la ejecución, programación, parametrización, etc. de nuevos instrumentos TIC focalizados en sus respectivas especialidades y, consecuentemente, con la introducción de  materias TIC en la formación de las disciplinas correspondientes. La segunda, por el incremento de la formación de nuevos profesionales de las TIC, pero centrados fundamentalmente en el núcleo de las infraestructuras y componentes básicos de estas tecnologías y, especialmente, en el desarrollo de nuevos instrumentos que faciliten el empowerment de los usuarios comentado anteriormente.

 

La penetración de las TIC, en todos los quehaceres humanos, lleva emparejada la mayor tecnificación de la sociedad que comporta cambios profundos en la formación, tanto de usuarios o como de especialistas. El cambio generacional, con un cada vez mayor número de nativos digitales, ayudará sin duda a este proceso.

 

 

Josep M. Vilà Solanes