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Antes solo había el fax, el teléfono y la carta

Escrito por tecnonews el 09/10/2018 a las 21:02:09
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Correo electrónico, Facebook, Twitter, Whatsapp, Telegram, otro correo electrónico, el chat interno del trabajo, llamadas telefónicas e incluso cartas postales. Esos son algunos de los canales a través de los cuales nos llega la información laboral hoy en día; y seguramente nos dejamos alguno en el tintero.

 

Ante esa profusión de vías mediante las que recibimos información de interés, debemos preguntarnos si tantos canales no están mermando nuestra capacidad de trabajo.

 

Existe una palabra cada vez más usada que expresa la actitud de dejar el trabajo para más adelante para condenarnos a hacerlo a última hora. Se llama procrastinación. Es tal la relación de este concepto con la vida moderna (televisión, internet o móvil) que algunos expertos han asociación la procrastinación al uso abusivo y adictivo de las Nuevas Tecnologías.

 

Con todo, lo que aquí queremos dirimir no tiene que ver con la forma en que perdemos el tiempo “jugando” con el móvil. Lo que queremos es reflexionar acerca de la dificultad de trabajar en un entorno en el que existen tantos canales de comunicación.

 

No hace tantos años, tres eran los modos de relacionarnos laboralmente. Seguramente alguien dirá que había más, pero a lo sumo, nos llamábamos, enviábamos un fax o nos mandábamos cartas. Claro está siempre y cuando no nos viéramos presencialmente.

 

Esta forma de trabajar no tenía grandes inconvenientes, pero seguramente para alguien que trabajara en los años treinta supondría un entorno de lo más excesivo y agresivo.

 

En menos de 20 años hemos pasado a vivir en un mundo en el que uno puede recibir una notificación de trabajo por tantas vías que a veces parece imposible dominarlas todas. Una petición de colaboración por Facebook, un mensaje dirigido a nosotros mismos en Twitter, un aviso de reunión por Whatsapp o Facebook, un correo electrónico con un trabajo atrasado, etc.

 

A la postre tenemos que priorizar qué respondemos primero, qué respondemos después y qué no respondemos. ¿No supondrá eso una bajada en nuestro rendimiento como trabajadores? Todo parece indicar que sí, pero quizás no está tan claro. Probablemente, sucede que somos trabajadores más eficientes porque las comunicaciones son más eficientes, sin embargo, eso no quita que tal vez la nueva forma de comunicarnos nos haga más infelices y nos genere más estrés.