Mostraba un gran talento para su gran pasión, la informática, así como una verdadera devoción por la fe católica. Su nombre era Carlo Acutis, había nacido en 1991, y murió de una leucemia fulminante en 2006. Y, ahora, la iglesia católica lo ha beatificado, primer paso para una futura santificación.
En sus ratos libres, el joven Carlo desarrollaba programas de ordenador y sitios web como, por ejemplo, uno en el cual recopilaba la historia de los milagros eucarísticos.
Por lo que respecta a la fuerza de su fe, valga explicar que a la tierna edad de siete años, solicitó voluntariamente y superó un examen realizado por monseñor Pasquale Macchi, ex secretario del Papa Pablo VI, para poder tomar la comunión unos años antes de lo habitual.
Para lograr la beatificación, hace falta constatar un milagro ante los ojos de la iglesia católica. Y en el caso de Carlo, este sería la curación de un joven brasileño mediante intercesión.
¿El futuro patrono de Internet?
El prestigioso periódico italiano Corriere della Sera especulaba, hace cuatro años (cuando el proceso de beatificación del joven Acutis justo acababa su primera fase), con la posibilidad que en un futuro, y ya una vez nombrado santo, Carlo Acutis pueda llegar a ser algún día el patrón de Internet.
Extraoficialmente, dicha figura ya existe: San Isidoro de Sevilla, quien en el siglo VII produjo numerosos libros sobre diversos aspectos en terrenos como el de la geografía, la astronomía, las biografías de personajes ilustres, diccionarios e incluso alguna enciclopedia.
Los partidarios de nombrar a San Isidoro como el patrón de Internet lo consideran como un predecesor de los motores de búsqueda, salvando la distancia del tiempo y las herramientas utilizadas pero, sin lugar a dudas, con el mismo espíritu de compilar y ordenar el conocimiento humano.
Pero, de acabar siendo nombrado santo, Carlos Acutis sería el primero genuinamente 2.0, propio de la época en la que vivimos, y contemporáneo de la red de redes. Además, un santo millenial puede suponer una figura muy potente ante una generación cuya adhesión a la fe católica ha perdido muchos enteros, respecto a sus padres y abuelos.
Para lograr la canonización, será preciso demostrar un segundo milagro obrado por la gracia de Acutis.