Anticipar es siempre difícil, pero si se trata de Tecnología lo es mucho más. Basta con pensar la impredictibilidad del vehículo a motor o de la producción eléctrica con anterioridad al siglo XIX. Y cuando se trata de predecir las aplicaciones de la Tecnología la tarea es mucho más ardua, porque interviene la imaginación de muchas más personas y no sólo la de los científicos y tecnólogos. La prolífica aplicación de la electricidad a la iluminación, los motores industriales o los vehículos de transporte, la calefacción o a la cocina pueden ser unos buenos ejemplos.
Pero cuando se trata de Tecnología Digital la anticipación se revela mucho más complicada y si nos referimos a las nuevas aplicaciones de su uso, la tarea resulta totalmente imposible. La RAND CORPORATION, prestigioso Think Tank especializado en efectuar análisis y formular políticas públicas, en un informe en la década de 1960 proponía como futurible a finales de siglo, la disposición de ordenadores en lugares estratégicos de las ciudades con terminales en cada uno de los hogares. Nunca pudo imaginar que podríamos disponer de mucha más potencia de cálculo y conectividad simplemente en nuestros bolsillos.
Puede servir de ejemplo también el protocolo de internet desarrollado en la segunda parte del siglo XX que ha dado lugar a un universo de webs con miríadas de utilizaciones que han transformado el mundo a principios del siglo XXI. Ni siquiera Darryl Zanunk, Presidente “XX Century Fox, acertó cuando dijo al aparecer los primeros equipos de TV en 1946: “La televisión no retendrá la audiencia más de seis meses. La gente se aburrirá pronto de estar sentada frente a una caja cada noche”. La velocidad de las innovaciones y la versatilidad de su uso hacen imposible prever cómo será el mundo a finales de este este siglo.
Sin embargo, me atrevería a proponer, aunque con alto riesgo de equivocarme por lo dicho anteriormente, alguna característica de las innovaciones sociales que nos esperan en este siglo por el uso de las nuevas Tecnologías Digitales. Para ello voy a basarme en las pautas que han seguido otras tecnologías en tiempos pretéritos. Comencemos por el arado. Claramente era un utensilio que extendía la capacidad del hombre y cuya introducción modificó la sociedad e intensificó la revolución Agraria en la historia de la Humanidad. Un utensilio al servicio del Hombre i dominado por él.
Sigamos con el telar mecánico heredero del telar manual. También inició una nueva revolución, en este caso la Industrial. Pero ahora la industria textil necesita al Hombre sólo para garantizar que los telares no paren. El Hombre pasa a estar al servicio del instrumento y no al revés como era anteriormente.
Aparece la revolución Digital. En un principio, tras los grandes ordenadores, muy humildemente aparecen los PC que permiten escribir cartas, hacer cálculos y guardar documentos, iniciando una revolución en el trabajo de Oficina. Un poderoso instrumento al servicio del Hombre. La conectividad gracias a las redes de internet nos permite acceder a la información, siempre disponible en cualquier parte del mundo, o realizar gestiones en las más variadas webs de organismos y empresas.
Parece que el instrumento sigue al servicio del Hombre pero, si lo observamos detenidamente, vemos que en realidad el que realiza la gestión es un programa que tiene una identificación y una contraseña propia, así como una serie de poderes que hemos configurado para que realice su función. Este programa es el que se entiende con otro, el de una entidad determinada, a través de la red. En alguna ocasión se nos pide que ratifiquemos, a través del móvil, que nuestro programa corresponde a una persona real, porque presupone que sólo ésta tiene un teléfono propio. En definitiva nuestro programa es un avatar que se entiende con otro de la entidad para realizar la gestión por cuenta nuestra y de la entidad. Todavía el avatar está al servicio del Hombre.
El siguiente paso son los bots. Pequeños programas que pululan por la web en busca de información, o que realizan operaciones en la bolsa o que subastan nuestros avatares para que vean la publicidad que otros bots insertan. Tienen amo pero con un amplio poder de decisión delegada.
Por otra parte, las plantas robotizadas para la fabricación de automóviles, fruto de la digitalización de las máquinas industriales, necesitan al Hombre sólo para algunas actuaciones muy específicas. El amo ahora es el Sistema robotizado que indica lo que debe hacer el Hombre en cada momento y que, en todo caso, responde sólo a su diseñador.
A continuación, llega la AI que dota a los robots y también a los bots de mayor autonomía. Bots y avatares se intercambian información en la red, bien sea en la actual o en la posible resultante del Multiverso. Estos nuevos bots podrán conversar (un ejemplo es el GPT-3 de Open AI) o generar proteínas (como hace DALL-E) o crear otras cosas interesantes. La colaboración entre bots y avatares, o entre robots y hombres, en pie de igualdad, constituirá la esencia de este nuevo mundo.
Un mundo que se presenta con un entorno de gran incertidumbre debido no sólo por los grandes retos de adaptación a los efectos globales de un inexorable Cambio Climático o por la modificación profunda como consecuencia de la Transición Energética, sino también por los vertiginosos cambios producidos por la propia intensificación de la Tecnología Digital en todos los ámbitos de la sociedad.
En un entorno así vendrá muy bien toda la ayuda que puedan prestar todos estos agentes llamados ahora inteligentes pero que, en un futuro, gracias a una mayor potencia de cálculo debido a la computación cuántica y, especialmente, a la posibilidad de generación de pensamiento no determinista, por la incorporación de también fenómenos cuánticos, pasarán a incluir la imaginación en su proceso. Que será un componente fundamental para ayudar a generar soluciones a los tremendos problemas con que se enfrentará la sociedad humana en el futuro.
Creo que podemos aventurar que la Humanidad no tendrá a las máquinas digitales como esclavos en las que descargar las labores más duras y repetitivas, como se describía en los mitos más arcaicos de las civilizaciones de Mesopotámia en las que los dioses disfrutaban de su vida gracias a la explotación de los hombres que tenían como esclavos a su servicio. Ni lo contrario, como se presentaba en la distopía de la película Matrix, en la que las máquinas eran los amos que esclavizaban a los hombres. Más bien la sociedad pasará a estar caracterizada por la colaboración entre los humanos y sus hijas las máquinas. Posiblemente con una hibridación entre ambos en lo que se ha venido a denominar transhumanismo.
Pero lo importante en la tarea de predecir no es acertar en la configuración del punto final, sino iluminar el camino para facilitar su tránsito. En este caso, prepararnos para desarrollar las actitudes que nos permitan aprender a colaborar entre nosotros y con las máquinas. Los niños, que son digitales nativos, ya van en la buena dirección aunque debemos intensificar sus capacidades de negociación y de sentido ético, imprescindibles para establecer cualquier tipo de colaboración sostenible.
Josep M. Vilà