El arte de divulgarEscrito por Javier Domínguez el 21/11/2023 a las 14:50:392523
(Ingeniero de Telecomunicación) Javier Domínguez. Ingeniero de Telecomunicación
Explorar el futuro es una actividad de riesgo: hay que sumergirse en la intimidad de la física cuántica, manejar dimensiones nanométricas y familiarizarse con fenómenos que ocurren en trillonésimas de segundo. El intento provoca una sensación de incertidumbre -son dominios inaccesibles a nuestros sentidos- y desazón -se necesitan amplios conocimientos para entender los fundamentos de las nuevas tecnologías-. Para mitigar los efectos procuro encontrar relatos divulgativos que ayuden a entender conceptos tan opacos con un lenguaje comprensible, y por qué no, entretenido.
Para un científico es un reto, no exento de sufrimiento intelectual, explicar a una audiencia no especializada los procesos y resultados de sus trabajos. Intuyo la dificultad de divulgar propiedades cuánticas como la “superposición” (una partícula puede estar en dos estados simultáneamente mientras nadie la observa, pero al intentar detectarla se decantará por uno de los dos), o el “entrelazamiento” (dos partículas pueden estar vinculadas y compartir el mismo estado aunque las separen kilómetros de distancia).
Sin embargo, son los propios científicos quienes reconocen la importancia de informar a la sociedad sobre el impacto de sus investigaciones. Es preciso ayudarla, dicen, para que pueda entender y valorar aquellas novedades que tengan un relevante impacto medioambiental o que planteen dilemas éticos. Pero no siempre el investigador sabe ampliar su perspectiva, escaparse del lenguaje académico de su especialidad y adaptar su narrativa al nivel de entendimiento de la ciudadanía.
Es encomiable el esfuerzo de profesionales (investigadores, expertos, periodistas o no) que componen relatos sobre las oportunidades de las nuevas tecnologías y su capacidad para transformar nuestras vidas. Textos sencillos que, sin abusar de términos especializados, se sirven de analogías o representaciones de la vida cotidiana para explicar un concepto complejo. Reportajes que describen los caminos y dificultades que han debido superar para alcanzar un descubrimiento. Cuñas periodísticas con respuestas comprensibles a preguntas clave que precisan los resultados de una investigación.
Aunque parezca anecdótico, uno percibe que las innovaciones científicas y sus tecnologías derivadas son de las pocas buenas noticias que publican los medios de comunicación: sorprenden y ponen de buen humor. Pero, sucede con frecuencia que la aparente divulgación se maquilla con una envoltura de marketing que la resta credibilidad.
Mi reflexión no se limita a historias sobre un futuro imaginario de escalas nanométricas o cronómetros de la trillonésima de segundo. En un ambiente más cercano sospecho, también, que las estrategias tecnocomerciales serían más sólidas y atractivas si divulgaran los aspectos esenciales de las tecnologías en que se apoyan. Relatos que, sin papanatismo tecnológico y desvestidos del marketing, nos faciliten un reciclaje divulgativo. Pienso, por ejemplo, en la tecnología de “cadena de bloques” (blockchain) y en cómo participan los elementos que la gestionan; o sobre el aprendizaje profundo y los modelos avanzados del lenguaje en la inteligencia artificial generativa, sin olvidar las técnicas para entrenar esos modelos.
Documentarse sobre el futuro de las tecnologías conduce a un terreno misterioso, que se nos escapa y nos supera. Cuando el asunto pasa a mayores, la reacción es desaparecer. Una alternativa sería dedicarse a divulgar el pasado que no plantea incertidumbres, aunque al interpretarlo podamos ser un pelín tramposos y complacientes.
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